Hace unos días soñé que mantenía
un fantasioso y surrealista diálogo con mi socio el señor Tijeras de papel, es decir, con mi blog. Este tipo de
conversaciones solo ocurren en sueños, pues en la realidad no se pueden tener,
y si tal cosa sucediese, iría contra la razón.
Hecha esta aclaración, continúo con el relato del sueño. En él planteaba a mi asociado la conveniencia de liquidar
nuestra empresa, pues aunque nunca destacó esta industria por tener una elevada
producción, léase escasas y espaciadas entradas (algunas de ellas bastante
famélicas), pensaba que era el momento de su clausura. Manifestaba mi colega su
disconformidad con mi propuesta a la que tildaba de insensata y, al mismo
tiempo, argumentaba que, gracias a él, los productos ofertados habían llegado a
una nutrida clientela y que, en este negocio, su parecer era tan principal como
el mío. Asimismo, recalcaba que esta empresa se había enriquecido con las
aportaciones de nuestros parroquianos o, como ahora se dice, usuarios. En esta
controversia andábamos, sin haber llegado aún a ninguna conclusión, cuando me
desperté…
Hoy, distanciado del infructuoso
e hilarante debate, mucho me temo que la escasa competitividad de esta industria la obligue en un plazo no muy lejano a echar el cierre. Serán las circunstancias
las que determinen si temporal o definitivo, pero esto el tiempo se encargará de divulgarlo…